El contexto internacional determinó la introducción de cambios, más aparentes que reales, en la configuración del régimen. Así, se manifestó como una dictadura totalitaria hasta 1945, cuando los Estados fascistas perdieron la guerra. Desde entonces y hasta 1957 fue una dictadura católica (nacional-catolicismo) y a partir de ese año, con la creciente apertura hacia el exterior, una dictadura tecnocrática.
3.1. La II Guerra Mundial
Al acabar la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial enfrentaba a Europa. Durante los primeros momentos, cuando las potencias del Eje parecían hegemónicas, España se declaró primero neutral y después “no beligerante”, pero sin dejar de manifestar su simpatías por el bloque fascista, con el que colaboró proporcionando materias primas, espionaje, e incluso soldados (la División Azul del frente ruso), en una política pro-fascista dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer. Sus excesivas pretensiones, que incluían recibir suministros alemanes y quedarse con la colonias francesas del norte de África, impidieron un acuerdo mayor con Hitler, con el que Franco se entrevistó y firmó un acuerdo secreto en 1940.
3.2. El aislamiento
La derrota de Alemania e Italia, pese al distanciamiento español en los últimos momentos de la guerra, y el carácter totalitario del régimen franquista, llevaron al aislamiento internacional de España durante los años 40 y 50. España no fue admitida en la recién creada ONU hasta 1955 y, durante la década de los 40, la práctica totalidad de los países retiraron a sus embajadores (con la excepción del Vaticano, Argentina y Portugal).
3.3. El incipiente aperturismo
En los 50, la guerra fría trajo la aproximación al bloque occidental y la tímida apertura económica al exterior, sobre todo gracias a los acuerdos con EEUU que aportaron ayuda económica y diplomática. El catolicismo y la democracia orgánica sustituyeron al predominio falangista anterior. Así, a partir de 1950 se reanudaron las relaciones diplomáticas al revocar la ONU su recomendación de aislamiento y en 1955 España era admitida en ese organismo internacional, rompiéndose de ese modo el aislamiento. Previamente, se habían firmado en 1953 tanto el Concordato con la Santa Sede –que reconocía los privilegios concedidos por el franquismo a la Iglesia católica- como el Pacto de Madrid con EEUU, por el que se establecían las bases militares norteamericanas en España a cambio de la ayuda económica y militar de aquel país. Como consecuencia interna, los falangistas perdieron peso en los gobiernos de Franco para ser sustituidos por ministros vinculados a los movimientos católicos (ACNP y Opus Dei)
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