18/4/10

La autarquía

4.1. Causas
El hambre y las cartillas de racionamiento, además de un mercado negro de precios desorbitados, caracterizan a la posguerra. Urgía la recuperación económica del país y para ella se optó por la autarquía, política económica, de inspiración fascista, basada en la independencia con respecto al mercado exterior. El contexto internacional, primero de guerra y después de aislamiento político, obligó hasta cierto punto a adoptar esta política de autosubsistencia.
4.2. Medidas
El intervencionismo del Estado se hizo imperante. Mediante la Ley de Protección y Fomento de la Industria Nacional(1939) se pretendió impulsar la producción nacional y reducir las importaciones. El Estado planificaba la actividad económica, fijaba precios y promovía empresas a través del Instituto Nacional de Industria (1941), que facilitaba créditos y subvenciones a los sectores considerados estratégicos (siderurgia, naval, ferroviario). También se crearon empresas estatales (RENFE, ENDESA, SEAT, Bazán, etc.) y se nacionalizaron otras (Telefónica y RENFE). Pero la falta de materias primas, maquinaria, combustible y capitales, provocaron un profundo estancamiento y graves problemas de abastecimiento. Además, el mercado era muy limitado debido a la pobreza generalizada.
La agricultura siguió siendo la actividad fundamental pues ocupaba al 50% de la población activa. Mantuvo sus estructuras arcaicas y su baja productividad, lo que, junto a una “pertinaz sequía” (usando los términos del régimen) provocó carestía y problemas de abastecimiento. Para asegurar la distribución, el Servicio Nacional del Trigo obligaba a los productores a entregar al Estado los excedentes a precio tasado para distribuirlos posteriormente mediante el racionamiento.
El comercio exterior estuvo bajo el control estatal, cuya autorización expresa era imprescindible para las importaciones, lo que dio lugar a la corrupción. Además, la escasez de dividas y el cambio sobrevalorado de la peseta hacían excesivamente caras estas importaciones.
4.3. Consecuencias
Con tantas restricciones, el desarrollo económico era imposible, y ello a pesar de contar con una abundante mano de obra mal pagada y desmovilizada. Como consecuencia, aumentó la inflación y el déficit de la balanza de pagos, además de la miseria entre la población. La renta nacional y per capita se mantuvo a un nivel inferior al de 1935 hasta la década de los 50.
El intervencionismo estatal provocó la reducción de la producción y la necesidad de importar alimentos, además de la existencia del mercado negro. Las cartillas de racionamiento, que se mantuvieron hasta 1952, tenían como finalidad abastecer a la población de productos básicos, fijando raciones diarias para cada artículo. Los precios tasados por el Estado desalentaban la producción e incentivaban el estraperlo, nombre que se dio al mercado negro, donde se desviaba casi al 40% de la producción agrícola. La miseria y el hambre serían los rasgos más destacados de la posguerra.
Desde 1948 la situación internacional cambió. El clima de la Guerra Fría favoreció al régimen, caracterizado por su anticomunismo. Paulatinamente regresaron los embajadores, se fueron levantando las restricciones comerciales y la presión diplomática. A partir de 1953, el Acuerdo Hispanoamericano proporcionó materias primas, alimentos, a demás de 1.500 millones de dólares; se inició la recuperación económica y se suprimieron las cartillas de racionamiento, al tiempo que se abandonaba la autarquía.

En este nuevo contexto mundial, el franquismo encontró su supervivencia, al presentarse como un aliado incondicional frente al comunismo.

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