3/3/09

Las Bases de Manresa

En el documento se expone el programa de autonomía regional demandado por la Unión Catalanista y hecho público en marzo de 1892, durante un congreso que reunió en Manresa a los representares de las distintas asociaciones catalanistas. Como se aprecia en el pie, Lluis Doménech presidía la asamblea, de la que Prat de la Riba era secretario.

Vemos que, en un modelo muy próximo al federal, distribuyen la soberanía entre el poder central y el regional. Al primero, es decir al del Estado, correspondería determinar la política exterior, la defensa conjunta, las relaciones económicas con terceros países, la construcción de infraestructuras y la aprobación del presupuesto general, además de ejercer de árbitro entre las regiones.

Al gobierno regional, en concreto al catalán, le competen los asuntos internos. Proponen como base legal el derecho tradicional, es decir, el anterior a los Decretos de Nueva Planta (1714) por los que Cataluña perdió, a consecuencia de la Guerra de Sucesión, sus fueros. Los cargos públicos se reservan a los catalanes, entendiendo por tales a quienes habitan en Cataluña, en lo que vemos una diferencia con el nacionalismo vasco, de base racial. Las Cortes regionales, además de ejercer el poder legislativo, nombrarían a los altos cargos del ejecutivo regional y el poder judicial se ubicaría en la antigua Audiencia de Cataluña. Además, el catalán sería la única lengua oficial en la región.image

En la redacción de las Bases tuvo un papel destacado Enric Prat de la Riba, líder del catalanismo y promotor de la Lliga Regionalista, constituida por la fusión de Unió Catalanista y Unió Regionalista en 1901. Partidario de participar en el sistema político de la Restauración, su grupo, promotor de un nacionalismo moderado, autonomista y no independentista, como se aprecia en el documento, y de ideología conservadora, encontró apoyo en la burguesía catalana de la que logró el apoyo político. De este modo, en Cataluña, a raíz de la pérdida de las últimas colonias, los partidos dinásticos fueron desbancados por la LLiga. Su fuerza les permitió conseguir del gobierno central la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925), que tuvo como primer presidente a Prat de la Riba. Esta institución formada por las diputaciones provinciales, y suprimida por Primo de Rivera, fue el primer “gobierno autónomo” catalán.

El nacionalismo y regionalismo surge en España a finales del siglo XIX como reacción al modelo centralizado y uniforme creado por el Estado liberal. Basándose en las peculiaridades lingüísticas, culturales e históricas, en algunas regiones se demanda el reconocimiento de esa variedad nacional y, en algunos casos, se reivindica el autogobierno. El contexto cultural propio de la época (romanticismo), el distinto grado de industrialización de las diferentes regiones españolas y la propia crisis del 98 contribuyeron al afianzamiento de esta corriente política. En Cataluña, el desarrollo industrial había permitido la consolidación de una importante burguesía orgullosa de su patrimonio cultural. La Renaixença, movimiento literario que reivindica la lengua y cultura catalanas, contribuyó a difundir este sentimiento. La pérdida de Cuba supuso para los industriales catalanes la desaparición de un importante mercado, del que disfrutaban en exclusiva. Al hacer culpable al Estado centralizado que no ha sabido defender sus intereses, vuelcan su apoyo en el incipiente nacionalismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias Gema me ha servido de gran ayuda con lo usted a expuesto en su blogs.

vhonkhamy dijo...

El artículo está muy bien hasta llegar el último párrafo donde se pierde la asepsia con que se ha tratado el tema a lo largo de todo el texto. Posiblemente el autor o autora, ha perdido de vista un hecho importante, y es que las Bases de Manresa no se pueden entender sin leer antes el "Memorial de Greuges" (1885) y el "Mensaje a la Reina Regente" (1888).
Por cierto, la guerra de Independencia de Cuba empezó en 1895 y acabó en 1898, lo que hace que la pérdida de Cuba sea algo posterior a las Bases de Manresa y a todos los movimientos que en ese pérfido párrafo se achacan a la crisis del comercio colonial.

Gema Gómez Díaz-Caneja dijo...

Respuesta de la “autora”:

El escrito en cuestión no es un “artículo”, sino un comentario de texto histórico, de carácter escolar. Como es común en este tipo de trabajos, la última parte corresponde al contexto histórico en el que se inscribe el documento comentado, más amplio que los hechos directamente relacionados con el mismo y que suele incluir unos antecedentes y unas consecuencias. Cierto que el Memorial de Greuges y la figura de Almirall son fundamentales para entender la evolución del nacionalismo y su relación con el republicanismo federal (en el que militaba Almirall). No menos cierto que todas las colonias que en el mundo han sido, en todos los tiempos, han sufrido la despiadada explotación desde la metrópoli y que la relación entre la situación cubana y los intereses de la oligarquía peninsular ha sido analizada por todos los historiadores que han trabajado sobre la cuestión. Grandes propietarios agrícolas castellanos e industriales catalanes hicieron su agosto a costa de Cuba (¿ya no nos acordamos de Güell, Martí i Torrents, Baró i Blanchart, etc. y el comercio de esclavos?) y su posición de poder impuso una política proteccionista que los gobiernos españoles mantuvieron a toda costa. Tampoco es nuevo el análisis que relaciona la crisis del 98 con el auge de los movimientos de oposición a la Restauración y, en definitiva, a la crisis de dicho sistema. El regeneracionismo y el nacionalismo son dos de ellos. No se dice en el comentario que el nacionalismo naciera con el pérdida de Cuba, sino que tras ésta “los industriales catalanes” (en otro sitio, desgraciadamente, prácticamente no había) prestan “su apoyo al nacionalismo” (lamento que no lo haya entendido).
Por último, la calificación de “pérfido párrafo” (que parece la letra de un bolero) me dejó muy sorprendida; nada más lejos de mi intención una “traición”; acháquelo en todo caso al desconocimiento de quienes no vamos buscando agravios por todas partes.