“La baratura de las tierras causa la de los frutos,
y esta anima el comercio
y le lleva a los puntos más lejanos. A no ser así ¿cómo se vendería en
Constantinopla el arroz de Filadelfia más barato que el de Italia y Egipto?
Pero sin tan extraordinaria baratura (…), puede prosperar el cultivo siempre que la libre circulación de las tierras
ponga un justo límite a la carestía de su precio (…)
Dígnese, pues, vuestra alteza de derogar las bárbaras leyes que condenan a perpetua
esterilidad tantas tierras
comunes; las que exponen la propiedad particular al cebo de la codicia y
de la ociosidad; las que
prefiriendo las ovejas a los hombres, han cuidado más de las lanas que
los visten que de los granos que las alimentan; las que estancando la propiedad privada en las eternas manos de pocos cuerpos y familias
poderosas encarecen
la propiedad libre y sus productos y
alejan de ella los capitales y la industria de la nación”.
Gaspar Melchor de Jovellanos, 1793
Identificación
El
texto es parte de un informe elaborado por Jovellanos, ministro de
Carlos III y Carlos IV(la fecha del informe nos remite a este segundo reinado) y el más importante de los ilustrados
españoles, en el que recoge información sobre la situación de la agricultura
y eleva varias propuestas al rey para su mejora, dentro del espíritu del reformismo ilustrado de la 2ª mitad del s. XVIII.
Información aportada
por el documento
Las
ideas principales que encontramos en el documento son:
- Solicita al rey la derogación de la legislación que
mantiene la amortización de la tierra, concretando qué tierras
están sujetas a esta restricción mercantil: las tierra comunales, las de la
Mesta (asociación medieval de defensa de los grandes propietarios de
ganado), las de manos muertas de propiedad eclesiástica y nobiliaria, etc., pues
ve en la amortización el origen de la carestía de la tierra y la baja
rentabilidad de la agricultura.
- Previamente a su petición, expone Jovellanos las razones
que le llevan a su defensa de la desamortización:
- Defiende la libertad de comercio sobre las propiedades agrarias (“libre
circulación de las tierras”), entendiendo que dicha liberalización
rebajará su precio, muy elevado hasta entonces porque eran muy pocas las
tierras que estaban en el marcado, ya que la mayor parte del agro estaba
entonces amortizado (fuera del circuito comercial).
- El comercio de productos agrarios solo se reactivará si dichos
productos tienen precios asequibles y ello, a su vez, depende de que la
tierra sea también más barata.
Explicación y Contexto
Las
razones aportadas por Jovellanos en su análisis sobre la agricultura española
corresponden a la corriente fisocrática, propia de la Ilustración,
que consideraba a la agricultura como la base de la riqueza de una nación, pues
en ella se cimentaba el comercio y la industria. De ahí su interés por el
fomento de la agricultura y la adopción de reformas que, impulsadas por el
monarca, procurasen el progreso del país.
El Despotismo
Ilustrado, que se impuso en la 2ª mitad del s. XVIII, concebía el ejercicio
del poder absoluto como un servicio al engrandecimiento de la nación a través
de reformas modernizadoras y de progreso. Carlos III (1759/88),
con sus ministros (Esquilache, Campomanes, Aranda, Floridablanca, Olavide,
Jovellanos, etc.) emprendió la difícil
tarea de modernizar al país a través de su desarrollo económico, impulsando la
educación, el libre comercio, la industria, las comunicaciones y transportes,
la reforestación, etc. Preocupados por la agricultura, defendieron la
extensión de las tierras de cultivo, su mejor explotación y limitar la
amortización de la tierra. La construcción del Canal Imperial de Aragón y del
de Castilla, o la colonización de Sierra Morena
fueron otras obras reformistas del periodo.
Otras reformas se
aplicaron a la industria (con el apoyo a las manufacturas reales y la
supresión del control gremial), el comercio (libertad de comercio con
América, supresión de las aduanas interiores, mejoras de las comunicaciones,
etc.), las finanzas (creación del Banco Nacional de San Carlos, etc.
Estas reformas
ilustradas encontraron sus límites en la inexistencia de una pujante burguesía,
el analfabetismo de la población y el gran poder que mantenía la iglesia.
Cuando estalló la Revolución Francesa toda reforma quedó paralizada ante el
temor del contagio.
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